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Botox: El tratamiento más efectivo para las patas de gallo

Publicado en Dermatología Estética el lunes, 17 julio 2017
botox

El Botox es el nombre por el que se conoce popularmente a la toxina botulínica. En realidad, Botox es una marca, pero como fue el primer nombre bajo el que se comercializó la toxina botulínica se ha convertido en la forma de designar a este producto más popular. Por eso, en muchos casos podemos encontrarlo escrito también como bótox.

La toxina botulínica causa el botulismo, una intoxicación que causa la parálisis de los músculos al impedir la transmisión de los impulsos nerviosos responsables de su movimiento. Sin embargo, empleada por un profesional y en las dosis justas, esta parálisis es el mejor aliado que se conoce en este momento para el tratamiento de las patas de gallo y de las arrugas de expresión, especialmente las del tercio superior del rostro.

El Botox se utiliza en la zona de las patas de gallo, pero también en las arrugas de expresión de la frente y muy a menudo en el entrecejo, que es una de las primeras zonas en las que aparecen las arrugas del rostro. También se puede utilizar para las arrugas de las comisuras de los labios.

La parálisis causada por el Botox hace que los músculos se tensen y que no puedan moverse con normalidad. Esto causa que la piel que los recubre también se tense, consiguiendo así que se alise. Las marcas de expresión desaparecen por completo y las arrugas más profundas o los surcos del entrecejo se suavizan.

Es importante señalar que los efectos del Botox no duran para siempre, sino aproximadamente seis meses. Pasado este tiempo, el paciente debe de volver a la clínica para valorar una nueva dosis. Si se deja de usar Botox el rostro vuelve a su estado inicial. Solo cuando se abusa de su utilización aparece la típica expresión de susto o el rostro inexpresivo que hemos podido ver en algunas personas muy conocidas.

Además de tener aplicaciones en la medicina estética, el Botox tiene otras aplicaciones médicas en el tratamiento del estrabismo, las migrañas, el exceso de sudoración o la incontinencia urinaria en personas parapléjicas etcétera.

¿Cómo se usa el Botox?

El dermatólogo debe de realizar una primera consulta con el paciente para valorar la conveniencia o no de aplicar Botox en su caso. Debe de explicarle con claridad qué ventajas obtendrá con el tratamiento y qué cambios puede esperar.

toxina botulinica

Aunque los cambios que se producen tras un tratamiento con Botox son bastante notables y la persona se ve muy rejuvenecida es importante asegurarse de que el paciente no tiene expectativas demasiado elevadas o fantasiosas respecto a lo que puede obtener.
El Botox se aplica directamente en el músculo a tratar mediante un suave pinchazo a través del cual se introduce la toxina. No es un método doloroso y el paciente puede hacer vida normal de manera inmediata. Una sesión de Botox es muy corta, en total no se suele estar en la consulta más de media hora, por lo que puede realizarse en cualquier momento.

Los resultados reales del Botox se ven a partir del tercer día y, como hemos dicho duran en torno a los seis meses. Dado que mientras el Botox hace su efecto la arruga no continúa con su proceso, podría decirse que se ha paralizado el envejecimiento durante ese tiempo.

Aplicado por un buen profesional que sabe tratar los puntos justos y en las cantidades precisas, el Botox ofrece al paciente un aspecto muy rejuvenecido y además la piel recupera luminosidad. El resultado será muy natural y aunque todo el mundo notará sus efectos, no habrá la sensación de que el paciente se ha retocado el rostro.

 

 
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