La fotoprotección, o protección contra los rayos perjudiciales del sol es muy importante durante todo el año, pero en verano se hace totalmente imprescindible. El sol es vital para la vida y ayuda al organismo a realizar algunas de sus funciones básicas, como la de la síntesis de la vitamina D.
Pero tomar el sol sin la debida fotoprotección tiene efectos muy negativos, tales como el envejecimiento prematuro de la piel con la aparición de arrugas y manchas. También favorece la aparición de las cataratas y del cáncer de piel.
Los tipos de filtros en los protectores solares
Protegerse es básico, pero elegir bien los productos de fotoprotección también, por eso hay que saber diferenciar entre los dos tipos que existen en el mercado.
-Filtros físicos: Se conocen también como filtros minerales. Los más habituales son los de óxido de titanio y de zinc aunque también los hay de mica o de talco. Estos filtros no son absorbidos por la piel, sino que quedan sobre ella formando una pantalla de fotoprotección. Esta pantalla impide penetrar a los rayos ultravioletas haciendo que se reflejen en la misma.
Al no ser absorbidas por la piel, estas cremas de pantalla son muy indicadas para personas con piel muy sensible y alergias. También son las indicadas para la protección solar de bebés, especialmente los de menos de seis meses.
-Filtros químicos: Se conoce también como filtros orgánicos por ser estar basados en el carbono. Funcionan absorbiendo la radiación ultravioleta y expulsándola como energía térmica que no daña la piel. Pero para conseguir fotoprotección necesitan aplicarse al menos con media hora de antelación.
Permiten ponerse moreno, pero en algunos casos el protector podría degradarse y ser absorbido por la piel causando alergias. Existen productos específicos para las pieles sensibles dentro de los filtros químicos. Esto no tiene el riesgo de causar alergias.
¿Cuál se debe de comprar? Los expertos aconsejan que para niños menores de seis años se utilicen exclusivamente los filtros físicos de fotoprotección. En el resto de los casos tan solo hay que fijarse en si es o no un producto apto para pieles sensibles o para niños y en el factor de protección. Los niños menores de seis meses no deben de exponerse al sol en ningún momento.
Gafas de sol
Las gafas de sol son muy efectivas para proteger los ojos de los efectos perversos de las radiaciones solares, pero para ser efectivas deben de proteger tanto de los rayos UVA como de los UVB.
Muchas madres no quieren ponerles a los niños pequeños gafas de sol porque creen que “estropean la vista”. Esta creencia popular tiene su parte de razón, ya que si las gafas no son adecuadas y no tienen la debida fotoprotección son contraproducentes. Los cristales oscuros hacen que la pupila se dilate para poder ver mejor, permitiendo que penetre en el ojo mayor cantidad de radiación perjudicial.
No se trata por tanto de no usar gafas de sol, sino de usar las adecuadas siguiendo el consejo del óptico.
Sombreros y camisetas
Los sombreros y las camisetas son vitales para proteger la piel de los efectos perniciosos del sol. Es importante que los niños pequeños lleven siempre una camiseta puesta, pues su piel es mucho más sensible y necesita mayor fotoprotección. Está comprobado que la mayoría de los efectos negativos acumulativos del sol sobre la piel están causados por quemaduras y sobreexposiciones en la infancia.
Los sombreros deben de proteger no solo la cabeza, también el cuello y a ser posible los hombros, por lo que se recomienda que tenga siempre ala.
Otras recomendaciones
-Evitar el sol en las horas de más calor. Entre las doce del mediodía y las cuatro de la tarde se debe de evitar exponerse al sol.
-Recordar que en el mar, también nos da el sol. Hay que usar cremas protectoras resistentes al agua para poder bañarse con total seguridad contando con la debida fotoprotección.
-No olvidar volver a ponerse fotoprotección cada dos o tres horas. La crema se absorbe y desaparece con el roce de la toalla. Por eso hay que reponerla cada dos o tres horas o cada vez que se entre en el agua.
¡Muy buen artículo! Es cierto que a veces es una pesadilla conseguir que los peques se dejen las gafas de sol puestas, pero por experiencia os digo que es (como todo) cosa de que se acostumbren. Los primeros días pueden incomodarles un poco, pero pronto se olvidarán de que las tienen puestas.
Por otro lado, es importantísimo proteger los ojos de los niños, que son más sensibles que los nuestros. Dejar esto a un lado puede acarrear problemas serios a largo plazo.
¡Gracias por este post!
Un saludo 🙂